Siete mujeres olvidadas por la música clásica

La escritora británica Anna Beer ha presentado recientemente la traducción al castellano de su libro «Armonías y suaves cantos» (Acantilado), donde aborda la biografía de siete compositoras que han quedado a la sombra de sus colegas varones durante siglos. Esta profesora de Oxford especializada en la literatura de Milton muestra los hilos sutiles que la historia ha ido moviendo para dejarlas en una cuneta de la que considera que deben ser rescatadas. Las vidas de Caccini, Strozzi, Jacquet de la Guerre, Martines, Hensel, Schumann, Boulanger y Maconchy invitan a pensar en cuántos compositores interesantes hemos dejado de escuchar, independientemente de su género.

–¿Por qué he tenido que esperar a tener 41 años para que alguien me explique la interesante situación de la compositora Francesca Caccini en la corte de los Medici, donde fue uno de los puntales del núcleo de poder femenino?

–A mí me pasó exactamente lo mismo. Fue la primera vez que escuché el sonido del silencio, aquel momento en que te das cuenta de que algo se te había pasado por alto hasta que alguien hace que te fijes en ello. Hay muchas, muchas posibles respuestas, pero, simplemente, durante años no ha sido necesario afrontar esta cuestión porque el negocio musical ya nos daba a Bach, Mozart y Wagner, de modo que no había necesidad de pensar «¿nos estamos dejando algo?»

–Sin ser musicóloga, ha tenido que venir a contarnos a los musicólogos la vida de estas compositoras…

–A veces es más fácil decir algunas cosas si estás fuera de una industria que si estás dentro. Cuando me interesé en este tema, algunas personas con las que consulté, especialistas en música, tanto hombres como mujeres, me pidieron que no mencionase sus nombres para evitarse problemas. Yo, en cambio, no tengo nada que perder al escribir este libro. Mi principal ambición es que sea leído por personas de la industria musical y que haya conciertos con esta música. De hecho, está empezando a pasar, y es fantástico.

–Hay en el libro muchas citas de otros autores sin identificar. ¿Por qué?

–En ocasiones, simplemente quise evitar entrar en discusiones estériles con las voces más conservadoras, porque no benefician a nadie. Para ser honesta, he cambiado de opinión desde que escribí el libro, hacia 2014. Entonces era muy prudente y quise hacer un libro en positivo, no desde el enfado, porque pensé que más gente querría leerlo así. Nueve meses después de publicarlo estaba cansada de ser educada con algunas reacciones, de ver cómo las mismas ideas del pasado volvían una y otra vez.

–Muchas de las compositoras de las que habla recibieron gran apoyo de sus familias, especialmente sus padres. ¿Ha podido identificar a hombres feministas?

–Hay maridos-héroe en el libro, como los de Fanny Mendelssohn y el de Maconchy, que no se habrían definido jamás a sí mismos como feministas, pero creían al 100% en el talento, la habilidad, el genio de sus esposas. Uno de los mensajes es que, más allá de tener unas ideas o unas teorías acerca del papel de la mujer, hay que llevarlas a la práctica. En casa de los Schumann, por ejemplo: Clara y Robert, dos pianistas compositores, cada uno con su piano… eso sabemos que no va a funcionar, no podrán estudiar o componer los dos todo el tiempo que necesitan porque se molestarían el uno al otro. Uno de los dos va a tener que dejar de hacerlo.

Fuente: abc.es
Fuente imagen: abc.es



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